La Ciudad que se erige a las orillas del delta del río de las Perlas, en la costa sur de la provincia de Cantón, se constituye como un polo tecnológico sin precedentes, comparable sólo con Sillicon Valley en California, Estados Unidos.
Zhenzhen comenzó a desarrollarse a partir de 1978, con la apertura económica impulsada por Deng Xiaoping, y hoy es una de las principales urbes de China con un PBI similar al de Irlanda y unas 8.000 empresas de tecnología en su haber. De aquí, surgieron los gigantes Huawei y Tencent (WeChat). Además, la ciudad cuenta con un centro financiero, con modernos rascacielos y un polo de producción automotriz, impulsado por la empresa BYD, con una producción en crecimiento, debido a la toma de conciencia en el cuidado del medio ambiente.
Shenzhen, cuenta con la Universidad de Tsinghua, especializada en tecnología, sólo comparable con el reconocido Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Estados Unidos. A nivel mundial, las empresas instaladas en la ciudad están en la vanguardia del desarrollo del hardware, la robótica y el internet de las cosas. Se estima que existen 100 mil millones de objetos conectados a la red y que esta cifra se duplicará en los próximos años.
Una frase que se repite entre los especialistas es que para conocer la historia y la cultura de China, debemos visitar Beijing. Para conocer el desarrollo económico, debemos ir a Shanghái y para pensar el futuro debemos dirigirnos a Shenzhen.
En el mundo, las cadenas globales de valor desarrollan un cambio en los patrones de especialización productiva, donde las actividades manufactureras, tradicionales de los países industrializados, comenzaron a localizarse en los países emergentes. Mientras que, las actividades intensivas en conocimiento son las que lideran los eslabones más complejos y, por lo tanto, se posicionan como un factor de riqueza y competitividad, dado que son más difíciles de reproducir.
Así, la innovación y la especialización son las herramientas claves para desempeñarse en este contexto. La capacidad para generar innovaciones en materia de productos o avances tecnológicos de vanguardia está estrechamente vinculada con la inversión destinada a investigación y desarrollo. Según datos del Banco Mundial (2016), los países del OCDE destinan en promedio 2,4 % de su PBI, mientras que los países latinoamericanos destinan el 0,7 %.
Construir asociaciones estratégicas con empresas chinas en materia de inversión en innovación tecnológica, puede ser una gran oportunidad para empresas y desarrolladores argentinos.