En Villa María, Provincia de Córdoba, se encuentra el primer tambo y la primera planta pasteurizadora de leche de burra del país. El origen del proyecto surgió hace casi una década cuando Luis Lossino, investigador de la Universidad Nacional de Río Cuarto, en un viaje a China conoció un tambo de leche de burra que se usaba para la producción de cosméticos y para alimento de alérgicos a la proteína de leche de vaca. Después, en Italia, reconfirmó el sistema de producción. Se trata de pilotos puestos en marcha hace un año y medio por inversores privados con la colaboración de varias universidades estatales que generaron un ecosistema de producción e investigación sobre las propiedades del producto, una alternativa para los alérgicos a la proteína de la leche de vaca (APLV).
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente en entre el 2% y el 8% de los niños la APLV es responsable de más del 13% de las alergias fatales inducidas por los alimentos en humanos. En la Argentina hay entre 25.000 y 30.000 niños con APLV.
Lossino sigue estudiando los beneficios de la leche de burra, adquiere los primeros animales y arma un esquema de investigación al que se fueron sumando actores. En esa instancia se incorporaron Pablo Talano y Jorge Murac; los tres integran de Equslac, la responsable del emprendimiento.
La leche de burra reside en que es la más similar a la leche materna ya que las hembras son monogástricas como los humanos, por lo que su proceso de digestión y absorción de nutrientes es muy similar al de las personas. Además, contiene menos grasas y más nutrientes que la de vaca.
Además de la Universidad Nacional de Río Cuarto, trabajan en conjunto con las nacionales de Córdoba, Villa María, La Pampa y la Tecnológica de La Plata. Unos 40 investigadores están involucrados. Un paso adelante fue desarrollar una técnica para enriquecer la leche con ácidos grasos de manera de que sea una alternativa para bebés de 0 a 12 meses.